Aprendizajes situados y prácticas procomunales

La educación es normalizada, jerárquica y homogénea, mientras que el aprendizaje siempre es encarnado, situado y local. La educación evoca los imperativos de la evaluación, la disciplina y el manual. El aprendizaje, sin embargo, hay que escribirlo en plural (educación vs. aprendizajes), hay que pensarlo como emergente (horizontal vs. distribuido) y hay que vivirlo como algo concreto (planes vs. prácticas.

Portada aprendizajes comunes

Nuestro trabajo se propone mostrar, mediante el análisis de unos cuantos casos representativos, cómo cambia la imagen de la educación cuando la miramos desde la perspectiva del procomún. El procomún es un concepto que abre nuestra inteligencia a distintas formas de gestión de los recursos compartidos. Cuando lo referimos a procesos de aprendizaje evocamos prácticas que son extramuros, conductas que son horizontales, organizaciones que son abiertas, estructuras que son recursivas y conocimientos que son inalienables. Y los casos que hemos tratado en el artículo harán evidentes estas diferencias y su relevancia para el mundo que habitamos. También queremos subrayar su peculiar relación con las nuevas tecnologías, pues obviamente no todo lo que se ha escrito sobre la escuela 2.0 es sinónimo de procomún.

Nuestro propósito, en fin, es convertir la noción de procomún en un área de pruebas, una ámbito experimental, una zona en obras que nos ayude a entender la importancia regenerativa que para la educación tienen las estructuras informales, las prácticas extitucionales, la cultura p2p, las conductas DIY, las propuestas hackers, los entornos colaborativos y las comunidades emergentes. La educación siempre estuvo en manos de los profetas del tecnoadvenimiento. Y, otra vez, los dueños del manual, los gestores del Moodle, los vendedores de pizarras digitales, los duchos del Prezi y los apóstoles del PLE quieren convencernos de que la educación es cosa de artefactos, códigos y apariencias. Sabemos que no es verdad, sobran estudios que lo argumentan, pero otra vez vamos a llenar las aulas con una maquinara que sirvió para imaginar un futuro que ya se quedó atrás hace unos años. Quienes así actúan apuestan por el pasado y están destinados a la obsolescencia programada. Y lo que vale para los artilugios también sirve para los palabros. ¿Qué tienen que ver el do it yourself o ese hazlo tú mismo, el remix o remezcla, lo beta o imperfecto y el p2p o intercambio entre pares con la educación?

Podríamos decir que son los nuevos mantras que la cultura digital ha legitimado como formas de aprendizaje informal que, además de válidas, son especialmente valiosas. Se puede aprender desde los márgenes. Es verdad. Pero, reconozcámoslo, estas formas de aprender no son nuevas. Al contrario, son propias del ser humano. Lo novedoso es que hasta ahora se escondían en los márgenes, en la periferia del sistema educativo, ya fuera porque lo que se aprendía no tenía cabida en lo formal, ya fuera porque lo formal no colmaba el anhelo de los aprendices. En fin, lo cierto es que en Internet lo que siempre fue marginal (la copia, la peña, el remiendo y el aficionado) se hace ahora visible con la dignidad de lo auténtico. Y es que copiar, mezclar, reciclar, reusar son actividades que demandan capacidad para elegir y, en consecuencia, implican una formación previa. Y, desde luego, una comunidad capaz de contrastar, movilizar y acumular un fondo común de saberes accesibles y prácticos.

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Antonio Lafuente. Investigador del Instituto de Historia (CSIC)

@alafuente