Cómo hacer teatro comunitario

img-Guía Cómo hacer una exposición

En las artes escénicas trabajamos con todo el cuerpo. Racismo, bullying, trastornos alimenticios; todas estas circunstancias que pueden llevar a una persona a experimentar una extrema vulnerabilidad están relacionadas con el cuerpo y tienen una vivencia y una historia asociada a él. Investigar a través del canto, la coreografía o el juego teatral, permite conectar con nuestra creatividad corporal y rescribir nuestra historia a partir de nuestra propia expresividad. Nuestro cuerpo es el vehículo más inmediato que tenemos para trabajar la autoconfianza y el cuidado, empezando por nuestra postura al andar o nuestros estados de tensión o relajación. Sabemos, por otro lado, que nuestros cuerpos empiezan a combatir un virus antes de que sepamos que lo tenemos, evidenciando que hay mucho que nuestros cuerpos saben mucho antes de que nosotras y nosotros tomemos consciencia de ello. El cuerpo está conectado con nuestra vida inconsciente y por eso la expresión corporal permite explorar, movilizar y elaborar vivencias de forma única.

Participar en la construcción de un relato colectivo en primera persona, asumiendo además la responsabilidad de defenderlo en un escenario, supone para muchas personas tomar las riendas de su propia historia de vida. Este proceso lleva a entender aspectos de la trayectoria personal, recuperando el control sobre el pasado en el aquí y ahora, haciendo posible un futuro diferente.

En este quehacer compartido sin duda acaba generándose un sentimiento de comunidad que tiende a perdurar más allá del proceso artístico, proporcionando una red de afecto, información y apoyo entre sus integrantes.

El teatro comunitario permite jugar, verbo que a menudo deja de formar parte del día a día de personas desbordadas por sus circunstancias. Se libera mucha energía teniendo un espacio y tiempo de humor donde disfrutar, desconectando de cargas mentales y problemas pendientes.

El trabajo escénico tiene por tanto mucho que ofrecer a comunidades, especialmente a aquellas en situaciones difíciles. Una última ventaja destacable es el aporte social que el teatro comunitario hace a un público, compartiendo un conocimiento único en primera persona de lo que la comunidad conoce mejor que nadie. El teatro comunitario supone un rico intercambio entre el teatro para la vida que ofrecen los facilitadores teatrales y la vida para el teatro que los actores no profesionales ofrecen a un público, al contarles su historia.

En esta guía se reflexiona sobre estos aspectos y esperamos que las siguientes reflexiones resulten interesantes a cualquier persona motivada a emprender un proceso de teatro comunitario.