Cómo hacer un laboratorio electrosonoro

En el año 1947, la joven pareja formada por Bebe y Louis Barron se mudó a la ciudad de Nueva York llevando consigo una de las primeras versiones de magnetofón construidas en los Estados Unidos. En sus mentes se dibujaba la posibilidad de abrir un estudio de grabación y dedicarse a la experimentación sonora. A principio de los años 50, después de haber desarrollado algunos circuitos sonoros caseros, crearon la música y los efectos de sonido de varios cortos y películas experimentales de la época. En 1956, dieron el salto a la gran pantalla al componer en su laboratorio la banda sonora de la película de ciencia ficción Planeta prohibido.

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Basándose en apuntes teóricos, experimentaron con circuitos electrónicos que aprendieron a usar para generar sonidos. Los chasquidos, chirridos, crujidos, zumbidos y pitidos que salían de aquellos circuitos eran impredecibles, únicos e irrepetibles. A causa del nivel de experimentación, en muchas ocasiones los circuitos emitían sonidos interesantes como consecuencia de su inestabilidad o por sobrecarga interna y acababan explotando. Los Barron jamás se plantearon trasladar su música a partituras ni tampoco los sonidos que creaban tenían cabida entre las cinco líneas de un pentagrama. Estos circuitos eran en realidad como personajes, seres animados con vida propia que nacían, crecían y morían dejando a su paso una herencia sónica que los Barron se cuidaban muy bien de capturar en cinta magnética.

Su estudio de sonido precedió a otros laboratorios de experimentación sonora que más tarde se crearon por todo el mundo. Asociados a las instituciones de radiodifusión y televisión, surgieron estudios de producción de música electrónica que usaban la tecnología más puntera del momento.

Estos centros han sido utilizados en la realización de muchas composiciones contemporáneas, perpetuando una forma de trabajar que ya personificó el equipo de Bebe y Louis, y que combina el trabajo de la composición con el de ingeniería.

En la actualidad, con el desarrollo de los ordenadores personales, tales estudios de creación están perdiendo su relevancia debido a que en una gran medida, al menos en una parte del mundo, los equipos informáticos son accesibles a nivel de usuario/a y ofrecen una gran variedad de herramientas para crear música.

Sin embargo, lo que el desarrollo tecnológico nos ha traído es un distanciamiento entre la tecnología y las personas que la usamos. Especialmente con la llegada de los teléfonos inteligentes, la forma de interactuar con estos sistemas implica que cada vez tenemos menos conocimiento de cómo funcionan las máquinas.

Esto provoca una clasificación entre las personas que saben programar y el resto, que podría llegar a compararse con la diferencia entre las personas que saben leer y escribir y las que no. De ahí viene el aumento de la oferta y del interés en incluir la programación de ordenadores y la tecnología en la educación escolar y extraescolar.

La guía que estás leyendo propone una vuelta a los orígenes y un homenaje a la forma de trabajar y experimentar de Bebe y Louis, porque si volvemos al ejemplo de su estudio de grabación y producción musical de los Barron nos damos cuenta de que, en su caso, no existía todavía este distanciamiento con la tecnología. La propia pareja era capaz de crear y experimentar sus propios diseños, de grabar los sonidos en cinta magnética y de modificarlos una vez grabados, con total independencia.

Utensilios

Durante el proceso de aprendizaje que te proponemos en esta guía, pondremos especial atención a los siguientes aspectos:

Empoderamiento con la tecnología

En el trabajo con música es importante perderle el miedo a la tecnología y hacer un esfuerzo por comprender cómo funcionan los aparatos electrónicos de sonido.

Desde el altavoz, hasta la necesaria amplificación sonora, los elementos básicos que componen los procesos de producción y reproducción de sonido electrónico están al alcance de cualquiera que quiera aprender a usarlos.

Apertura a lo inesperado

Cuando trabajamos con música de forma experimental debemos estar abiertos a sonidos diferentes, extraños, ruidosos. Esta apertura es importante para avanzar en una escucha más activa e inteligente.

La propia definición de lo que suena bien o lo que suena mal se amplía cuando se trabaja con sonidos poco comunes.

Hay una gran diversidad de ellos, al igual que hay una gran diversidad y gama de colores. ¿Si no se puede imaginar un mundo compuesto únicamente de colores primarios, cómo podemos esperar que la música sea solamente la compuesta a partir de sonidos orquestales?

Manipulación artesanal del sonido

Los sonidos no son entes abstractos que vuelan por el espacio, son la consecuencia física, tangible y medible de un fenómeno muy conocido como es la vibración. La posibilidad de recoger estos sonidos, tanto en su versión analógica como digital, nos abre una puerta hacia la manipulación de este material como una experiencia parecida a la que pueda tener un escultor al manipular otros materiales.

Eliminar la separación entre producción y consumo

Apreciaremos mucho mejor el trabajo de quien crea la música cuando nos ponemos a componer. Con la creación de un laboratorio electrosonoro, queremos equilibrar la balanza entre la producción y la consumición. Claro que hay que disfrutar y aprender de la música que han realizado otras personas, pero os animamos a lanzaros al mundo electrosonoro y jugar mientras se aprende. No tengáis miedo a equivocaros, otras muchas personas se han equivocado ya antes que nosotros. ¡Anímate, porque será divertido!