“(…) Ha de hacerse con gusto, ingenio, diversión; tiene que ser como jugar” (Kaprow, 2007:44).
En una performance no existe el fallo ni la equivocación, ya que cualquier imprevisto es enriquecedor y puede ser incluido en la acción. Hay que dejarse llevar, dar rienda suelta a la imaginación trabajado la horizontalidad: performar en el plano de la vida, donde todas las personas que lo habitamos somos iguales.
Sin prejuicios, vergüenza o sentido del ridículo
Aconsejamos estar dispuestos a quitarnos esa “mochila” que todos llevamos encima con nuestras experiencias previas.
Jugar y experimentar con variaciones
de escala, de tiempos, de vestuario… contrastar espacios (turísticos y periféricos…). Informaros y documentaros sobre el contexto que vais a intervenir con vuestras performances, para hacer un uso responsable del mismo.
Una llamada a la acción
Fijar una fecha, una hora y un lugar y lanzar la convocatoria (boca a boca, redes sociales…) para improvisar performances de forma conjunta enriquecerá la experiencia.
Interacción
El arte de la performance tiene lugar independientemente de la participación o presencia del público y los espectadores desaparecen para formar parte de la acción.
Evitar al teatralidad
Sobreactuar o hacer algo teatralizado se asocia inconscientemente a lo falso. Trabajad con la ambigüedad del término performance, en un espacio intermedio marcado por la diferencia, cuestionando los roles y máscaras que utilizamos.
Precauciones
La performance es un acto artístico vivo. Muchas veces no se es consciente de la peligrosidad de una acción, por eso se aconseja siempre compartirla o consultar a especialistas sobre posibles medidas de seguridad.